
El apego es el vínculo emocional que, desde el nacimiento, se establece entre el niño y sus cuidadores principales. Es una necesidad biológica innata y que forma parte de nuestra evolución como especie. Este comportamiento tiene una doble función en la vida de un ser humano, por un lado, la búsqueda de protección ante un peligro presente y por otro asegurarse de la disponibilidad física y afectiva del cuidador o cuidadores principales.
Las experiencias tempranas de relación entre niño y la figura de apego dan lugar a los Modelos Operantes Internos del adulto (Internal Working Model – IWM). Un Modelo Operante Interno (IWM) es un conjunto de pensamientos, creencias y expectativas que tiene la persona acerca de cómo debe relacionarse consigo mismo y con el mundo exterior.
Si por ejemplo un niño ha sido amado y cuidado por sus cuidadores, internalizará este tipo de expectativas y, cuando sea adulto, será sociable y buscará nuevas relaciones de aceptación y amor. Si un niño ha experimentado el no ser querido o cuidado por las figuras de referencia, internalizará la expectativa de que probablemente nadie lo querrá.
No se trata únicamente de “querer a tu hij@”, sino de “cómo expresas tu amor hacia él y cómo manejas tus emociones” Será todo un conjunto de comportamientos que conforman tu estilo de crianza: cómo le expresas tus emociones, cómo le animas a explorar su entorno, cómo respondes ante sus demandas de atención…
Hay varios estilos de apego emocional diferentes, cada uno caracterizado por creencias y comportamientos específicos.
El primer estilo de apego emocional es el apego seguro. El niño con estilo de apego seguro tendrá la confianza de explorar el mundo y establecer relaciones seguras con los demás porque sus cuidadores estuvieron disponibles (física y emocionalmente) para él cuando lo necesitaba. Es un niño que buscará explorar y vencerá a sus miedos enfrentándolos. Las personas con un estilo de apego seguro se sienten cómodas con la intimidad y pueden confiar en los demás. Creen que sus parejas son confiables y se puede contar con ellas para brindarles apoyo emocional cuando sea necesario. Las personas con apego seguro no tienen miedo de estar solas y pueden sobrellevar la separación de sus parejas sin sentirse ansiosas o angustiadas. También pueden comunicar sus sentimientos y necesidades de manera efectiva y pueden manejar los conflictos de manera saludable.
El segundo estilo de apego emocional es el apego ansioso-ambivalente. En este estilo de apego, los cuidadores se muestran muy impredecibles ante la conducta y necesidades de los niños. En algunas ocasiones responden de una manera muy exagerada ante la necesidad del niño y en otras no les atienden. Lo que prima es el cambio y la inconsistencia. Los cuidadores con un estilo de apego ansioso-ambivalente están sobrecargados con muchas emociones y sentimientos, no son capaces de gestionarlos bien, y también tienen dificultades para la contención de dichas emociones. De adultos, estas personas anhelan la intimidad y tienen una fuerte necesidad de conexión emocional con los demás. A menudo temen el rechazo y el abandono y pueden estar preocupados por los pensamientos de que su pareja los deje. Las personas con apego ansioso pueden sentirse inseguras en sus relaciones, buscando constantemente el consuelo de su pareja. También pueden tener dificultades para comunicar sus necesidades y pueden volverse demasiado emocionales en respuesta al conflicto.
El tercer estilo de apego emocional es el apego evitativo. En este estilo de apego, los cuidadores no comprenden, niegan o se sienten incómodos ante las necesidades emocionales de sus hijos. Debido a esta manera de comportarse de los cuidadores, el niño con el tiempo entiende que lo mejor que puede hacer es evitar o inhibir las necesidades de afecto, cariño y proximidad con su figura de apego. Las personas con un estilo de apego evitativo tienden a ser emocionalmente distantes y pueden tener dificultades para formar relaciones cercanas. Es posible que eviten la intimidad y prefieran guardar sus emociones para ellos mismos. Las personas con apego evitativo pueden tener miedo de ser lastimadas o rechazadas y pueden tener dificultades para confiar en los demás. También pueden sentirse incómodos con la vulnerabilidad y pueden tener dificultades para expresar sus emociones.
El cuarto estilo de apego emocional es el apego desorganizado. En este estilo de apego, lo cuidadores son negligentes, incompetentes y generalmente con algún trastorno psicopatológico como consecuencia de que en su infancia habían tenido una situación parecida (malos tratos, abusos, amenazas, padres toxicómanos, etc.). Asustan a los niños con conductas violentas e impredecibles. Las personas con un estilo de apego desorganizado pueden haber experimentado traumas o abusos en sus primeros años de vida, lo que provocó una falta de confianza en los demás y dificultad para regular sus emociones. Las personas con apego desorganizado pueden exhibir comportamientos contradictorios, como buscar intimidad y al mismo tiempo evitarla. También pueden tener dificultades con la comunicación y pueden tener dificultades para regular sus emociones en respuesta al conflicto.
Comprender los estilos de apego emocional puede ser útil para formar y mantener relaciones saludables. Las personas que tienen un estilo de apego seguro tienen más probabilidades de tener relaciones sanas y duraderas, mientras que las personas con estilos de apego ansiosos o evitativos pueden tener problemas con la intimidad y pueden experimentar dificultades en sus relaciones. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los estilos de apego emocional no son inamovibles y se pueden cambiar con tiempo y esfuerzo. La terapia y el crecimiento personal pueden ayudar a las personas a desarrollar estilos de apego más seguros y mejorar sus relaciones.